miércoles, 31 de marzo de 2010

Lo precioso y poco que sabemos


No sé a dónde voy, pero sé con quién voy.
No sé dónde estoy, pero sé que estoy en mí.
No sé qué es Dios, pero Dios sabe lo que soy.
No sé lo que es el mundo, pero sé que es mío.
No sé lo que valgo, pero sé no compararme.
No sé lo que es el amor, pero sé que gozo tu existencia.
No puedo evitar los golpes, pero sé cómo resistirlos.
No puedo negar la violencia, pero puedo negar la crueldad.
No puedo cambiar al mundo, pero puedo cambiarme a mí mismo.
No sé lo que hago, pero sé que lo que hago me hace.
No sé quien soy, pero sé que no soy el que no sabe.


lunes, 29 de marzo de 2010

¿Finitud o infinitud?



¿Cómo se vive una sensación pasional? Antonello Salis, uno de los integrantes de Furio Di Castri, encargado de sacarle sónidos al piano y al acordeón, en otra emisión más de EuroJazz 2010, nos demostró, en su presentación dentro de la emisión organizada por el CENART que la vida errante, la entrega, el brindis, el vino y el buen compañerismo pueden formar una combinación explosivo-pasiva transformando el escenario en un campo de expresión sin límites.


Pasión: conciencia del fin, saber del límite, razón poética e insinuante, un invitación al abismo, bienvenida al llanto y a la risa, devenir de la desmesura, lo que nos hace temblar nuestro edificio. Tan grande la sensación, tanto ardor en el pecho por el simple hecho de vernos-sentir vertiendo a chorros de orgamos emocionales la miel de nuestra propia esencia; quizá no traigamos al mundo a un ser con vida y pensamiento propio pero ¿Quién podría negar el magnetismo producido por el campo magnétio desbordando durante toda la expresión de nuestro derroche? Identificación inmediata, casi no podía mantener firme mi alma al tratar de captar el delirio del artista, sus movimiento, su semántica facial, su libertad... Tomaba su instrumento, ya sea el piano o el arcordeón y sobre sus manos transitaban tempestades, su cuerpo parecía por momentos hincharse sugiriendo un incesante ir y venir de presión sanguínea ¿Cómo captarlo? El abandono total, esa sensación de caída conocida por todo ser humano que haya decido hacer un sacrificio por algo más que no sea uno mismo. Ese sacrificio no lacera, ni lastima, mucho menos pesa, al contrario, nos hace más ligeros, casi divinos, porque dejamos transitar sobre la materia lo imperceptible, lo imposible.


Sabernos pasionales es sabernos finitos y efímeros; sabernos sólo racionales es pretendernos inmortales, eternos esclavos de la seriedad, avergonzarnos de lo ridículo que a la razón le resulta la idea de jugar, de arriesgar, de apostar en un sólo suspiro la intensidad toda de la vida. Sabernos finitos es saber jugar, saber bailar. Sabernos inmortalmente racionales es esclerosis del alma, parálisis del movimiento, síntoma de un rechazo a la vida que no busca sino ocultar las "debilidades" que nos son propias y que soterramos en el desván de los malos augurios...


Cómo duele transitar en lo racional, ser terriblemente lógico al andar, encontrar explicación a cada paso, mirar el misterio de frente y creer que se puede hacer una interpretación de él. Cómo lastima la locura cuando no está presente, cuando es recluida dentro de una cárcel mucho más estrecha que un manícomio, con psiquiatra y chochos cada cinco horas: lo racional, tan soberbio logos hijo de la destrucción y la pavonería humana.


Quiero la petite mort no sólo detrás de mi cámara, no sólo en la creación compartida, no sólo en los breves instantes del clic. Quiero morir a cada instante y a cada instante morir. Nada tiene la seriedad de la amargura, pero ultimamente todo tiene la amargura de la seriedad.


Hagamos Jazz, fotografía, expresión en sí misma... Tengamos el valor de prolongar el abismo.


viernes, 26 de marzo de 2010

De las alas en los humanos

Luz de luna, eclipse a medio día. Un rito de noche, nueve figuras nocturnas transitando los pesares de un acontecer de altos precios. Cae un guerrero a media danza simulando en metáfora la magnanimidad de quien los guía y sostiene con su fuerza suprema. Nada es de ellos, todo es prestado, hasta ese cuerpo enérgico en movimiento constante tratando de recibir un poco de ti, de tu enormidad.

¿Cómo, en la mortalidad, podemos ser guías de tu palabra si nosotros mismos somos debilidad humana? Ellos dazan, otros enfrentamos con nuestras manos sagrando y nuestro corazón seco, cada energía negativa para su mutación positiva; quedamos dañados, heridos, cansados en días de setenta y dos horas, jornadas completas, tiempo extra y guardia permanente. Parecemos estar solos en medio de neblina espesa o luz demasiado brillante ¿Será ceguera blanca? porque no miro nada y no estoy ciego, al contrario, hay colores, formas y texturas, pero conforman más una intución que una vísión, mostrándome fondos en vez de formas, intimidades en vez de personas...

Suenan tambores. Golpeando en incremento su vacío consiguen un ritmo fuerte y continuo. Una guerra anunciada en otra parte. Explotan cifras, masas densas, cuerpos vivos y mecanismos electrónicos. Deseos destructivos se alojan en los corazones más sanos, los amores se ahogan dentro de granos de sal, las amistades se funden confundiéndose entre sí para nunca más volver a ser uno y ninguno, camisas de fuerza para los conscientes... Sentado todo se funde y se desliza hacia los blancos, si cierro los ojos me salvo. ¡Que se me quemen las pupilas!

lunes, 22 de marzo de 2010

Poesía en movimiento



Reflexionando sobre el movimiento y sus posibilidades de captura decidí enfrentarme a un concierto de Jazz aprovechando el evento llamado Eurojazz 2010 que difunde y lleva a cabo el CENART ofreciéndonos gratuitamente un espacio para la música, las voces, el intercambio internacional, la mota y uno que otro arrumaco sobre el pasto mientras la pasión nos domina en este tipo de música tan peculiar.

¿Por qué dije que reflexionaba sobre el movimiento y sus posibilidades? Porque mi quehacer y proyecto personal es atrapar el instante, con un artefacto mecánico llamado Camila (canon rebel xti) pero no fijándolo sino más bien mostrando su arrastre, sus cambios, sus posibilidades según el tiempo que arbitrariamente decido que dure aquel momento. Lo curioso es que ese tiempo: un minuto, dos, ocho, quince... logro capturar una imagen que no es un retrato fiel, ni mucho menos se acerca a describir algún detalle literal de la persona u objeto en turno enfrente de mi óptica; sin embargo aparece una intimidad hablándole a los sentidos y fastidiando al intelecto por su "falta de claridad", como un poema.

Jodorowsky nombra "acto poético" a la realización de una acción que ha sido estructurada desde el inconsciente, teniendo como fin la curación del sujeto-actor de su propia obra. Esta acción consta de pasos en su apariencia faltos de lógica, pero su consecución nos lleva a dejar atrás situaciones emocionales podridas, miedos y limitaciones existenciales, así como sensaciones mal enfocadas en nuestro ser que nos impiden una realización plena y satisfactoria de todas nuestras posibilidades.

Teniendo mucha relación con los procedimientos espirituales de curación, como son algunos actos de hechicería, brujería, chamanismo, santería y limpias de todo tipo, el acto poético nos brinda, sin problematizar si es diabólico o no, una solución y claridad sobre nuestros problemas. Dice Alejandro J. que el arte debe ser un acto de curación si es otra cosa no sirve para nada. ¿Por qué hablo del acto poético?

¿Será que todos los días, sin darnos cuenta, llevamos a cabo actos "irracionales" que tienen como fin un llamado del inconsciente a su curación? Lo preocupante es que todos los días procuramos de la misma forma evitarlos por considerarlos locos, desvariados o simplemente el resultado de tanta droga, alcohol o cualquier estupidizante alojado y añejado largos años dentro de nuestro cuerpo gracias a las continuas recargas.

Quizá el acto es un descuido de la razón, y hasta el momento sólo los seres más concientes pueden materializarlos y usarlos para beneficio de unos cuantos porque a saber, estas personas son catalogadas como paranormales, espiritistas o simples locos sin quehacer ni productividad capital. Lo cierto es que funciona y apropiándolo a una cámara fotográfica podría resultar captado un descuido o delirio de la razón: aquel momento donde al estar, una parte de nosotros se manifiesta, accionando e interactuando en el mundo. Un retrato en movimiento, un entendimiento poético más allá de la literalidad de las palabras y de la imagen fija.